AUGUSTO BARCIA TRELLES
(del 10 al 13 de mayo de 1936)
|
Augusto Barcia Trelles (1881-1961)
iniciado en la logia
Ibérica en Madrid en 1910. Diputado a Cortes y Presidente del Gobierno
en 1936 |
|
|
En Augusto Barcia Trelles
(1881-1961) confluyen varias facetas: político, periodista, jurista,
conferenciante, profesor, escritor; pero quizás, lo más relevante de
su personalidad resulta ser su actividad masónica, puesto que se
convirtió en una de las figuras más estacadas del masonismo español
del primer tercio del siglo XX.
Desde su ingreso en la logia
madrileña «Ibérica» en el año 1910 desplegó una incesante actividad
que le llevaría sólo tres años más tarde a fundar la logia
Condorcet y a iniciar una carrera que le catapultó en 1921 al
cargo de Gran Maestre del GOE y en 1929 al de Soberano Gran Comendador
del Supremo Consejo del Grado 33 para España y sus dependencias. Sin
embargo, en 1933, cuando se afiliaba a un partido para volver a la
actividad política, anunciaba la renuncia irrevocable a todos sus
cargos dentro de la Orden. Había representado durante todos estos años
la línea que defendía la separación entre la acción política y la
masonería, y manifestaba su firme determinación de ser consecuente con
su conducta y con sus ideas de mantener alejada a la masonería de toda
influencia partidista. Su discurso se sintetizaba en la frase: «La
francmasonería no puede confundirse con ningún partido político. Es
superior a todos ellos, está antes que todos y por encima de todos».
Barcia había nacido en la localidad
asturiana de Vegadeo en 1881. Estudió la carrera de Derecho en la
Universidad de Oviedo y el doctorado. Una vez finalizados sus estudios
en Oviedo viajó al extranjero para ampliar sus conocimientos. Entre
1904 y 1905 estuvo en Francia y Bélgica. De vuelta a España en 1906,
con 24 años, obtenía la cátedra de «Historia del Socialismo y
Legislación social comparada» de la Escuela de Estudios Superiores del
Ateneo de Madrid. El tribunal que lo examino estaba compuesto por
Marcelino Menéndez Pelayo, Segismundo Moret, José Echegaray,
Gumersindo de Azcárate y Rafael María de Labra. Recordemos que durante
aquellos años la tribuna del Ateneo era la «antesala» del Congreso de
los Diputados.
Barcia, de la mano del presidente del
Ateneo, Segismundo Moret, daba el salto a la política. Pero tras la
crisis que provocó la salida del Gobierno de Moret, se vinculará
estrechamente a Melquíades Álvarez e ingresaba en el Partido
Reformista. Aunque después abandonaba el terreno del reformismo para
introducirse en el liberalismo sin adscripción partidista. Se
presentaba por el distrito almeriense de Vera como independiente y era
elegido diputado en 1916. Se cuenta que en 1918 le fue ofrecida la
cartera de Instrucción Pública, que él rechazó porque estaba en la
oposición al Gobierno. Barcia conservó el escaño por el distrito
almeriense hasta la disolución de las Cortes en el año 1923.
Frecuentó ambientes próximos a la
Institución Libre de Enseñanza. También participaba en la organización
de la «Joven España», agrupación política (de la que Barcia sería
director) continuadora de alguna manera de un movimiento juvenil que
se debió a la iniciativa de algunos intelectuales como Ortega y Gasset,
Pérez de Ayala, Fernando de los Ríos o Luis Araquistain.
Dominaba el francés, el inglés, el
alemán y el italiano. Sus artículos versaban sobre los conflictos
internacionales o sobre el papel que podía jugar España en el mundo.
Barcia era un convencido europeísta, aunque también defendía la
necesidad de mantener una estrecha vinculación con los países
latinoamericanos. El Gobierno de Francia lo distinguió con la Cruz de
la Legión de Honor por sus artículos publicados en El Liberal a
favor de los aliados durante la guerra europea. Compartía esta
vocación por los temas de política exterior con un hermano Camilo
Barcia, prestigioso catedrático de Derecho Internacional, llegando a
ser miembro del Tribunal Internacional de La Haya.
Con la masonería esperaba encontrar un
espacio donde cultivar esas inquietudes. Contaba, además, con
antecedentes familiares en la Orden. Era sobrino de Segundo Moreno
Barcia, Venerable de la logia capitular Brigantina nº 24 de La
Coruña.
Barcia fue iniciado en la logia
Ibérica en Madrid en septiembre de 1910, adoptando el nombre
simbólico de «Lasalle». En febrero de 1911 era exaltado al grado 2º6
y en junio al 3º. A comienzos de 1913 funda una nueva logia denominada
Condorcet. Simultáneamente a ello conseguía el grado 4º dentro
de Capítulo Esperanza de Madrid. Durante los años siguientes
iba a desempeñar el cargo de Venerable Maestro del taller que había
creado. En 1918 era exaltado al grado 33. Pero a comienzos de los años
veinte se afiliaba de nuevo a la Ibérica ante la desaparición
de su logia. En el interior de la Ibérica iba a permanecer
durante la década de los años veinte hasta que consiguió organizar de
nuevo, hacia 1929, la Condorcet. Durante todos estos años
Barcia fue estrechando sus relaciones con organizaciones masónicas
radicadas en el extranjero, Cuba, Filipinas, Puerto Rico, Francia,
Marruecos o Estados Unidos.
En junio de 1921, tras la muerte de
Luis Simarro, Augusto Barcia, con 40 años y sólo diez después de su
ingreso en esta organización, era elegido Gran Maestre del Grande
Oriente Español. Pasaba a ser vocal del Supremo Consejo del Grado 33,
organismo que quedaba de alguna manera como referente del GOE a nivel
nacional y «como depositario del dogma, es el defensor y conservador
de la Orden, tiene la autoridad suprema en ella y gobernará conforme a
nuestras Grandes Constituciones». Enrique Gras Morillo se situaba al
frente e este organismo como Soberano Gran Comendador.
A partir de ese momento la actividad
masónica de Augusto Barcia iba a desarrollarse también en el interior
de este organismo supremo ocupando diferentes cargos o llevando la
representación del GOE en las asambleas masónicas internacionales.
Así, en 1922 representó al Soberano Consejo del Grado 33 en el
Convento de Lausana y consiguió que, frente a las pretensiones de
Estados Unidos, las logias de Puerto Rico y Filipinas continuasen bajo
jurisdicción española. Asistía, asimismo, a las Asambleas que
celebraba la Asociación Masónica Internacional durante los años
siguientes en Ginebra. Y después el Supremo Consejo se irá
convirtiendo en una de las figuras más relevantes del masonismo
español.
Durante aquellos años Barcia entró a
formar parte de la «Liga para la Defensa de los Derechos del Hombre
y de los pueblos», donde coincidía con destacados representantes
de la política o de la intelectualidad del liberalismo de izquierdas.
En 1922 era miembro del Comité Nacional de la sección española de la
Liga, junto a otros conocidos afiliados a la Orden.
Barcia quería conseguir la unificación
de todos los masones españoles en un solo organismo que fuese
reconocido por la Asociación Masónica Internacional y trataba de
tender puentes con la otra obediencia mayoritaria; la Gran Logia
Española. Con esta misión viajó a Ginebra en 1924 para participar en
el Convento Internacional Masónico de modo que tras sus gestiones el
GOE era finalmente admitido. Como delegados del GOE, además de Barcia,
intervinieron Portela Valladares y por la GLE Francisco Esteva, Luis
Gertsch y Rodolfo de Micheli. Las reuniones finalizaron con la firma
de un tratado de reconocimiento mutuo y el respeto a sus
jurisdicciones. Pero quedaba lejos de conseguirse la anhelada
integración de todos los masones españoles en un mismo cuerpo. En
octubre de 1925 participaba como representante de su federación en el
Convento Extraordinario de Ginebra.
Barcia continuó defendiendo contra
viento y marea la estricta separación entre masonería y política. La
Orden sería para él la suprema garantía de que la razón iba a seguir
rigiendo los destinos de los hombres. Debía velar por asegurar a los
pueblos el sistema político más razonable y justo. Y confiaba más en
la masonería que en los partidos políticos para oponerse a la
dictadura de Primo de Rivera. Sería también el mejor antídoto contra
las tentaciones absolutistas o imperialistas de cualquier nación.
Tras la muerte de Enrique Gras
Morillo, a finales de 1928, Barcia era elegido Soberano Gran
Comendador del Supremo Consejo de Grado 33, para el periodo 1929-1932.
En abril de 1929 acudió a París para participar en el Congreso
Internacional de los Supremos Consejos Confederados como delegado del
GOE. Como Barcia quería preservar a la masonería de las campañas
difamatorias, su actividad política le llevó de nuevo a dimitir como
máximo responsable del Supremo Consejo masónico. Para sucederle fue
elegido José María Rodríguez.
En la vida de Augusto Barcia primará
el activismo político sobre el masónico. Se afilió a Acción
Republicana, el partido de Azaña. En octubre de 1934 fue nombrado
Presidente de Honor de la Junta Central de la Liga de los Derechos del
Hombre. Fue abogado defensor de Luis Companys y de otros miembros de
la Generalitat catalana. En 1936 participaba como delegado junto a
Salvador de Madariaga y Julio López Olivan en la Asamblea de la Liga
de las Naciones celebrada en Ginebra y era elegido miembro de su
Consejo.
En las elecciones a Cortes de febrero
de 1936, tras el triunfo del Frente Popular, estuvo presente en casi
todos los gobiernos que se constituyeron. Fue Ministro de Estado desde
febrero a abril de 1936. El 10 de mayo el Presidente interino de la
República, Diego Martínez Barrio, lo nombró Presidente del Consejo de
Ministros del XIX gobierno republicano. Barcia compatibilizaba este
cargo con el de Ministro de Estado. Pero el Gabinete sólo tendría una
duración de apenas unos días. Santiago Casares Quiroga lo volvió a
designar al frente del Ministerio de Estado. Y, posteriormente, ya con
José Giral, volvería a desempeñar la cartera de Estado hasta
septiembre de 1936.
Tras la guerra, se exilió a la
Argentina. España, en 1941, el Tribunal Especial para la Represión de
la Masonería y el Comunismo lo condenaba a 30 años de cárcel por el
delito consumado de masonería. Participará en la reorganización de la
masonería española en el exilio. Así, formaba parte del Supremo
Consejo que se constituyó en México en el año 1943 junto a otros
hermanos exiliados en Argentina, como José M. Iniesta; o en México,
como Enrique Barea, Demófilo de Buen, Isidro Sánchez Martínez o
Martínez Barrio; en Francia, como Portela Valladares, y en Inglaterra.
Murió en la ciudad de Buenos Aires en
el año 1961.
Extractado de.
Antonio Morales Benítez (Universidad de Cádiz), "Masonería y
apoliticismo. Biografía de Augusto Barcia Trelles (1881-1961)", en J.
A. Ferrer Benimeli (Coord.), La masonería en Madrid y en España del
siglo XVIII al XXI, X Symposium Internacional de Historia de la
Masonería española, Zaragoza, 2004, vol. II, pp. 889-912.
|